Doña María del Carmen Castilla y Orellana, Condesa de la Encina, instituyó heredera universal de sus bienes, a su sobrina Dª Jacoba Pérez-Aloe y Silva. Fallecida ésta, ordenó a sus albaceas que se atendiese a la Fundación y al sostenimiento de una Asilo de ancianos en la villa de Brozas, para el socorro de la ancianidad desvalida a cargo de las Hermanitas de los Pobres y siendo patrono único el Señor Obispo de la Diócesis. Por orden de 02 de julio de 1958, se clasifica como fundación benéfico particular de carácter puro, a la Fundación “Condesa de la Encina” y se la somete al Protectorado del Ministerio de la Gobernación.
Posteriormente, el uno de diciembre de mil novecientos cincuenta y nueve, el entonces Obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, Don Manuel Llopis Ivorra, y el albacea testamentario, Don Félix Álvarez Santero, erigen la Fundación Benéfico-Caritativa Asilo Condesa de la Encina, destinado a la caridad cristiana y al socorro de la ancianidad desvalida en la localidad de Brozas (Cáceres).
El Consejo de Estado da validez a la Clasificación de 1958 de beneficencia particular frente a la erección del año 1959 de carácter canónico.
Actualmente la Fundación se encuentra bajo el amparo del Protectorado de la Junta de Extremadura, como Fundación Civil.